El día en que te entregan un premio, un nobel, un trofeo, etc; te sientes de manera muy especial, simplemente no sabes que hablar, o que postura poner, con frecuencia lo que dirás y te mostrarás será (si estas nervioso) lo que eres o tu educación te dió hasta ese día.
Me imagino que sintió Mario Vargas Llosa, y mi empatía me traslada a una gran conmoción, y sentimientos que me llevan a sentirme tremendamente nerviosa, deseosa de contar mi verdad, mi historia, con un monton de amigos escuchando mis historias con tanto entusiasmo como si fuera la historia propia; orgullosos de saber que fuimos parte de su vida. Bueno eso le pasa sólo a Mario Vargas LLosa pues es ahora el Premio Nobel de Literatura, no le pasa a cualquiera, no me pasa a mi, le pasa a él, porque siendo grande tiene en su haber la humildad del hombre bueno, la tenacidad del fuerte, la terquedad del Arequipeño, que gran hombre de verdad.
Porque aunque no lo dicen nació en Arequipa, camino nuestras calles, bajo el misti lloró algún día y vió las estrellas por la noche.
Y aunque para muchos puede ser imposible el lograr algo, para el Arequipeño jamás lo será pues es terco como el Serrano, fuerte porque sus antecesores fueron campesinos, inteligente, campechano; es un típico Mario Vargas Llosa
CONVIRTAMOS PUES LO IMPOSIBLE EN POSIBLE, siguiendo las propias palabras de él.
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