A propósito de la columna de Jaime Bayly en el diario Perú 21, este lunes 03 de enero de 2011, hace un estracto de lo expresado por "MORIRÁS MAÑANA 2" El Misterio de Alma Rossi, Novela que será publicada por Alfaguara y después del verano y está ambientada en Santiago, Viña del Mar, Reñaca y Zapallar:
Echado en su cama del hotel Ritz, agobiado de ver los programas de bailes simiescos en la televisión chilena, harto de ver los noticieros que hacen alarde de algún mínimo triunfo deportivo de algún chileno en alguna competencia internacional, apelmazado por las noticias espesas de El Mercurio y levemente irritado por el aire arribista y trepador de La Tercera, hastiado en fin del aire chileno enrarecido que respira a la espera de que aparezca su victima más preciada, esa mujer esquiva y misteriosa, Alma Rossi, que no aparece y que tal vez nunca aparecerá, Javier Garcés piensa que no tiene nada en particular contra los chilenos, pero tiene mucho en general contra los chilenos. No he sido nunca un peruano con fobia a los chileno, lastrado por el viejo rencor de la guerra perdida, acomplejado porque ellos prosperaron y nosotros seguimos rezagados y debatiendo con aspereza asuntos que ellos ya zanjaron con inteligencia. No soy antichileno, se dice Garcés. Pero estos días en Santiago, unos días en los que ya he matado a dos chilenos con tan exquisita fruicción, me han permitido tener una percepción más exacta de lo que son en promedio los chilenos, y me han permitido por tanto sentir que los chilenos naturalmente me caen mal, , aunque no tan mal como mis compatriotas, los peruanos. Pero los chilenos me caen mal, esto está claro ahora y no esatba claro antes, cuando solía venir a menudo a Santiago, a Viña, a Cachagua, a Valparçiso, a Zapallar, a presentar mis libros y dar conferencias sosas. Me caen mal porque son falsos, hipócritas, fariseos, taimados. Me caen mal porque simulan ser conservadores cuando son libertinos. Me caen mal prque fingen ser honrados cuando son tan tramposos como los argentinos (sólo que más discretamente). Me caen mal porque son por naturaleza pérfidos, desleales. No puedes creer en ellos. No te dicen nunca lo que están pensando. Te dicen algo retorcido y fraudulento para obtener algún beneficio generalmente monetario. Les gusta demasiado el dinero. Venden a su madre por dinero. Son trepadores, arribistas, y lo peor es que han trepado y ya se sienten más arriba que los demás y te miran para abajo. Y si bien han sabido hacer dinero y sobre todo ahorrarlo , esconden dos defectos que me resultan particularmente despreciables: son avaros, tacaños, miserables, son roñosos, son trémulos y cobardes para gastar, guardan plata por falta de audacia, por pusilánimes, porque piensan en su jubilación, no en darse la gran vida, como los argentinos, que no ahorran un carajo pero se divierten mucho más. Y luego me irrita que los chilenos miren ahora para abajo a sus vecinos sólo por esa sensación de bonanza que los embarga cuando antes, debieran mirarse al espejo. Perdón por la franqueza, pero si elijo a un chileno al azar, es feo, es un guiñapo, es un enano contrahecho, es sujeto de facciones como cuchillos afilados, es feo como una patada en los testículos. Y a pesar de eso, se sienten lindos, se sienten regios, se sientes estupendos, se sienten lindos, se sientes regios, se sientes Primer Mundo. Primer Mundo, los cojones. SON SOLO UNA TRIBU más, una tribu como la argentina, como la peruana, como la uruguaya, sólo que, como les da miedo, como ahorran por instinto conservador, son ahora una tribu pujante que sale a comprar negocios en las tribus vecinas. Pero eso no los hace mejores, los hace más odiosos porque se permiten un aire de superioridad, una mirada condescendiente, y son sólo unos rotos culiaos, con perdón por la ordinariez. No tengo nada contra los chilenos en particular, y tengo amigos chilenos y conozco a chilenos encantadores en SAntiago y en Lima y en Madrid, pero tantos días de reclusión en el Ritz y de minuciosa contemplación de los hábitos y costumbres chilenos me llevan a esta severa conclusión, en general, los chilenos me caen como el culo y cuando los escucho hablar con esa tonadilla tan insoportable me caen aún peor. Prefiero mil veces a los argentinos. Prefiero mil veces a los colombianos. Prefiero cien mil veces a los uruguayos. Los chilenos suelen ser falsos, lambiscones, desleales, buenos para la intriga y el chisme, ensimismados contando sus pesitos revaluados, de pronto orgullosos de la tribu a la que pertencen porque un tenista gana un puto partido o porque van al mundial de fútbol y vuelven a perden con Braisl, tanto nadar para morir ahogados, Javier Gárces piensa que un chileno promedio es tan feo como un peruano promedio aunque menos haragán que un peruano promedio, pero eso que algunos encuentran meritorio, el espiritu laborioso , pujante y emprendedor, del chileno promedio, es lo que a Garcés le inflama o irrita un tanto los cojones. Porque se dice Garcés, el chileno no es bueno como amigo, te traiciona casi siempre, y tampoco es bueno como socio, te quiere sacar ventaja casi siempre, y tampoco es bueno para el vicio, porque les sale un pudor y la mojigatería y cada tresa calles hay una estatua al fascista santificado de Escrivá de Balaguer. Lo que no se, piensa Garcés, es si la mujer chilena es buena para culear. Y está claro que, en promedio una chilena está mas buena que una peruana, aunque nunca más buena que una argentina, ...;
COMENTARIO: Alguna vez conocí a unos Chilenos, de esos tipos que vienen viajando con solo unos cuando pesos, soles, que se yo de poco dinero quiero decir, en otras palabras "Mochileros", entre Argentinos, Colombianos, y Ecuatorianos, hombres y mujeres, mi Mamá vendía almuerzo en el Mercado San Camilo - Mercado Central de Arequipa- en los altos de Calle Perú, bueno al punto, recuerdo con exactitud cuando un Argentino guapísimo con ojos color celeste me habló y me dijo que cuidase a mi Mamá , y que le hacía recordar a su madre y añoraba volver a casa; el Ecuatoriano trataba más de enamorar a las chicas, y lo que me impactó fue el Chileno, era un hombre bello con ojos color plomos claros, ojos grandotes, y cara tosca, alto y fortachon; pero totalmente antipático, no quería hablar, no le parecía la comida, le apestaba todo, y bueno todo él era un dilema pues nunca hablo más que dos o tres palabras. Cuando leo estos párrafos duros pero sinceros del autor, recuerdo exactamente a ese hombre y es que siempre supe, muy por encima de que nos ganaron la guerra o que nadie los quiere en el Perú, que son de corazón malo, los descifro como no amables, y MALOSOS, el autor es drástico con sus apreciaciones tambien con nosotros los peruanos, es su punto de vista pero creo que a los Peruanos- humildemente es mi apreciación-, nadie nos va a quitar nuestro buen corazón, nuestra amabilidad, nuestra bondad, y es que el Peruano es FUERTE, AMABLE Y los vecinos nos toman de tontos, pero hay una cosa que a mis 36 años he aprendido y es que uno cosecha lo que siembra, y simplemente ahora el Mundo mira a los Peruanos más directamente, con otros ojos, y ya pues ahora somos MAS BELLOS, MAS BONITOS, bueno según como nos miren. NO necesariamente el que tiene ojos lindos es bello, o el de tez clara, también estamos los descendientes de algún Inca, o Subdito de Incas, y a mucho orgullo se los digo.
MARIA QUIRQUIHUAÑA CASIMIRO